De mujeres y tiendas de juegos

Hace cinco años Montse, mi pareja, tuvo que cerrar la tienda de juegos que había abierto en un centro comercial de nuestra ciudad.  Aunque en la tienda yo le ayudaba, ella era la dueña.  La verdad es que no iba mal.  El centro comercial nos ofreció unas condiciones muy buenas: no nos cobraban alquiler, ni luz, ni ningún gasto, a cambio de que nosotros organizásemos actividades de cara al centro comercial.  Hicimos muchas actividades en los dos años que estuvo abierta: demostraciones de juegos, partidas de rol (aunque pocas pues apenas se apuntaba gente para jugar), charlas (recuerdo que vinieron miembros de la Asociación Tolkien de Zaragoza entre otras), ludotecas, talleres de pintura de minis... La verdad es que todos estábamos muy contentos con los resultados.  Las cuentas de la tienda en esos dos años no dieron para ganar un sueldo apenas, pero tampoco nos generaron pérdidas, lo cual hablando de una tienda de juegos abierta ante un público no jugador, ya era una victoria.

Hay que tener en cuenta que los clientes que venían a la tienda no solían ser jugadores habituales.  Recuerdo como un par de años antes, el dueño de una de las tiendas que había entonces en la ciudad, durante una jornadas echaba pestes contra el dueño de otra tienda porque le estaba intentando quitar sus clientes creando campeonatos de Magic.  En ese entonces su tienda organizaba todas las semanas varios torneos, oficiales o no, a este juego, lo cual le daba unos buenos ingresos ya que además vendía cartas sueltas (algunas a precios astronómicos, algo que escapa a mi comprensión, pues no puedo entender por que hay personas que pagan altísimos precios por coleccionismo con las injusticias sociales existentes en nuestro planeta), y el señor al que ponía verde y que había abierto su tienda hacía poco, estaba empezando a hacer lo mismo, con el consiguiente enfado por parte del tendero veterano.

Entonces pensé que si algún día abría una tienda de juegos tendría que ser para crear afición, no para llevarme la afición de un sitio a otro.  Si pensamos fríamente podemos darnos cuenta de que arrastrar jugadores de una tienda a otra no es más que un parche, una solución que a largo plazo nos pasará factura, pues el número de jugadores es limitado y los bolsillos también.  Quien compra en un sitio luego no lo hace en otro, además de que el cliente que suele cambiar mucho sus hábitos lo volverá a hacer cuando se abra una nueva tienda.  

Por eso la idea de Montse de abrir una tienda en un centro comercial partiendo de cero, me pareció extraordinaria.  Enseñamos a muchas personas que eran los juegos.  Nos vinieron algunos conocidos del hobby a comprar, apenas cinco o seis, y se nos hicieron clientes personas que se sentían atraídas por los juegos pero no solían comprar (me llamó muchísimo la atención saber que mucha gente no sabía donde comprar juegos en Zaragoza.  No conocían las tiendas lúdicas y en algunos casos me respondían que, aún conociéndolas por haber pasado por delante de alguna, pensaban que allí se vendían otras cosas... ¡Cuánto mal hacen a las tiendas de juegos de mesa los escaparates atiborrados de camisetas, muñecos y otras piezas de merchandising!).  

He de añadir que el centro comercial está en una zona que económicamente hablando está muy bien, junto al campo de fútbol de La Romareda, en el barrio del mismo nombre.  Antes de preguntar en el centro comercial Aragonia (que así se llama), Montse preguntó a los responsables de otro centro, Cesaraugusta, donde el motor económico es un Carrefour, si les interesaba su propuesta de abrir una tienda de juegos.  Estos la denegaron alegando que en sus instalaciones se encontraba el almacén central de una franquicia de hobby española: Hobbyocio, y no querían (o no podían por contrato, no lo recuerdo) permitir la apertura de una tienda similar.  Pero esto no echó atrás a Montse y siguió buscando.  Su idea estaba clara, la tienda debía estar en un centro comercial y crear una clientela desde cero.  Cómo yo trabajo en un hospital que está al lado del centro Aragonia, este fue el siguiente lugar en el que preguntó, ya que la cercanía a mi trabajo nos permitiría vernos más fácilmente.  Y aquí sí.  La recibieron con los brazos abiertos.  De hecho la primera idea que tuvieron los responsables del centro comercial fue que pusiera una tienda tipo Games Workshop, es decir, de miniaturas, ya que por lo visto uno de los responsables del centro era aficionado.

Tras charlar con Eva, la persona responsable del centro en aquella materia, se dieron cuenta de que era mucho mejor una tienda de juegos de mesa.  Además en la zona hay muchos estudiantes que acuden al colegio alemán de Zaragoza, y la posibilidad de vender juegos de la editorial Haba nos venía estupenda.  De esta forma abrió Montse su tienda y yo le ayudaba.  Ella se encargaba de cobrar y hacer pedidos, de explicar juegos, de organizar las estanterías... y yo de jugar con aquellas personas que lo pedían (ya sabéis que un juego entra jugando).  El centro comercial nos facilitó un par de mesas grandes y sillas, las colocó en la zona central de uno de los pasillos del centro, junto a la tienda, y allí poníamos la ludoteca, jugábamos con quien se acercaba a preguntar, se daban charlas y se hacían talleres.  Fueron dos años estupendos en los que, como ya he dicho antes, aunque no se ganaron grandes cantidades de dinero, tampoco se perdió nada y se hizo una muy buena clientela.  Muchas personas del barrio acudían a comprar juegos para "el amigo invisible", cumpleaños, navidades, para ellos o sus hijos... incluso para los más mayores de la casa nos llegaban a pedir.

Pero el sueño de Montse se truncó por una enfermedad que a veces suele denominarse invisible: la fibromialgia.  Ya hacía unos años que tenía pequeños síntomas.  Un dolor aquí, otro día un dolor allá, visitas a médicos que piden pruebas que suelen tardar entre tres y seis meses en realizarse, solo para descartar que esa parte del cuerpo no tiene ningún problema... preocupaciones porque a veces la persona que parece los dolores no sabe si es que se los imagina o si la gente la cree cuando les dice que siente dolor.  En el año 2016 Montse tuvo que coger la baja médica durante un año.  Durante ese tiempo intenté mantener la tienda abierta el máximo de horas posibles, pero con un trabajo ya no fue fácil.  El centro comercial nos avisó de que no podíamos abrir solo medio día, ya que daba mala imagen al centro.  Aun así nos lo permitió durante unos meses, pero hubo que tomar una decisión.  Nos era imposible contratar a alguien ya que no se ganaba apenas un sueldo y aunque Montse cobraba la baja, la suma total no daba para tanto.  Además, el peligro de contratar a alguien era mayor puesto que no valía cualquier persona, al menos a nosotros no nos valía.  Tenía que ser alguien que entendiese de juegos, que disfrutase explicándolos, que fuese agradable con las personas y consciente de que estaba al mando de un negocio y no de un club de juegos, que tuviese tiempo para la tienda.... Unos requisitos que no veíamos en nadie conocido.  

Así que cerramos la tienda.  Nos apenó porque estábamos segurísimos de que tenía mucho futuro, y de no haber sido por la enfermedad hoy sería una gran tienda.  Poco antes de empezar con la enfermedad Montse ya había empezado a hablar con Eva para cambiar de local a uno más grande.  A día de hoy no hay ninguna tienda de juegos en Aragonia, ni siquiera en el barrio.  Uno de los barrios con mayor nivel adquisitivo de Zaragoza (también de los más caros en cuanto a locales, de ahí el gran favor que nos hicieron no cobrándonos en el centro comercial y de ahí también que sea complicado que haya tiendas de juegos). 

Como  anécdota diré que la tienda que había al lado de la nuestra era una tienda de ropa.  A ellos sí les cobraban el alquiler claro, pues no ofrecían nada a los clientes más allá de su producto.  Pues bien, a veces hacíamos comparaciones y a mismo número de clientes que compraban algo, la tienda de ropa ganaba el doble que la de juegos, y esto es porque la ropa tiene unos precios ridículos para el comerciante, y mientras el porcentaje que gana un tendero de juegos suele estar entre el 30% y el 35%, el de un tendero de ropa puede llegar al 60% o al 70%, de ahí que en rebajas veamos ofertas de hasta un 70% en algunas prendas, especialmente si vienen de según que países.  

A día de hoy Montse sigue con la fibromialgia, a la que se ha sumado una hernia lumbar para la cual está en lista de espera quirúrgica, una lista de espera que desde que empezó la pandemia apenas se ha movido.  Estos últimos meses se ha sumado una artrosis de rodilla (le tienen que sacar líquido sinovial de la zona pues le oprime y le produce dolor).  Siempre nos quedará el tiempo que estuvimos allí, saber que fuimos capaces, en especial Montse, de abrir una tienda de juegos y crear afición, y seguir jugando :)

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