Cosas buenas y cosas malas de publicar

Hoy he empezado a trabajar después de las fiestas navideñas.  Para quien no lo sepa trabajo en un hospital desde hace dieciocho años.  La verdad es que es un trabajo bastante descansado, al menos para mi, y también el llevar tantos años haciendo lo mismo me facilita realizarlo sin mucho esfuerzo.  Recuerdo que cuando empecé a trabajar el edificio se me hacía enorme y no sabía dónde estaban algunas salas a las que hoy podría llegar casi con los ojos cerrados.  De normal me gusta ir a mi lugar de trabajo.  Me siento afortunado.  Pero hoy me ha dado una pereza enorme empezar, no sé si debido al frío que hace y a lo bien que se estaba en casa.  Viene esto al hilo de que he echado la mirada atrás pensando en el día que cree la editorial, y me siento orgulloso.  Lo he pensado porque me he dicho "joder que guay estaría trabajar solamente en la editorial y no tener que salir de casa hoy".  

La semana que viene me toca enviar una nueva novela que he publicado, tendré que enviar unos 160 libros por Correos, y solo de pensarlo ya me pongo nervioso.

La editorial siempre ha funcionado por mecenazgo.  Empecé con una plataforma llamada Goteo.org, con la que financié el premio que ofrecíamos al ganador de un concurso de juegos de  mesa que organicé.  Después me pasé a Lánzanos, dónde financié un par de libros, para terminar en Verkami, desde dónde llevo unos quince proyectos lanzados.  Y los envíos son la parte más complicada siempre.  Al menos para mi.  Te tienes que descargar unas listas con los nombres de los mecenas, sus datos de envío y las observaciones que te hayan hecho.  Luego tienes que trasladar todas esas direcciones a los sobres.  Cuándo tienes el libro o el juego, introducirlo en el sobre correspondiente al mecenas, procurando no equivocarte y enviar una recompensa a otra persona.  Después ir a la oficina de Correos y dejar allí todos los sobres... y esperar a que Correos no pierda ningún envío, algo que suele ocurrir y no debería pero...


Comentaba lo de mi trabajo en el hospital porque lo de crear una editorial surgió como hobby, sin la meta de llegar a ser una profesión a tiempo completo nunca.  Una afición que poco a poco se ha ido volviendo más profesional y que quieras que no, a veces es una obligación.  La parte que más me gusta de publicar es colaborar en un producto cultural que más tarde tendrán otras personas en sus manos.  Saber que si tu no hubieses confiado en ese proyecto, no habría visto la luz o la habría visto de forma distinta, no siendo ya el proyecto que ahora es.  Esa es la parte que más me gusta.  Luego está el tema estético.  Decidir que ilustración casa mejor con este o aquel libro, decidir el diseño gráfico que tendrá este o aquel juego, la caja o la portada... todo ello con la aprobación de los autores claro está.  Pero soy yo quien ofrece el abanico de ilustraciones o diseños y el autor escoge, con lo que algo de mi siempre queda en esos proyectos.  Lo que menos me gusta es ensobrar los juegos o libros y dejarlos en la oficina de Correos.  Hasta que le llega su recompensa a la persona mecenas pasan unos días de incertidumbre.  ¿Les llegará, no les llegará? ¿lo extraviará Correos? ¿cogerá el paquete otro vecino?

Correos ofrece a las editoriales la opción de hacer los envíos mediante una tarjeta especial llamada "Post libris".  Esta opción es más económica que los envíos ordinarios, pero tiene el inconveniente de que siguen siendo envíos ordinarios, de los que la oficina no se hace responsable si no llegan a su destino.  Y a veces no llegan...  yo tengo calculado que de cada cien paquetes que envío en una remesa, entre cinco y diez se extravían.  También es cierto que a veces hay mecenas que te escriben diciendo que no les ha llegado su recompensa y hace diez días que se la envié.  Dependiendo de las fechas los carteros deben de tener mucho más trabajo y hay envíos que se pueden llegar a demorar hasta veinte días, lo sé por experiencia.  Algunos mecenas han terminado con dos recompensas, la primera que les envié y al tardar en llegarles, la segunda que les envío creyendo que la primera se ha extraviado.  En estos casos, cuando me lo dicen y me comentan de devolver el segundo paquete les digo que lo donen a una biblioteca o se lo regalen a alguien que le vaya a dar buen uso.  Es mucho mejor que reenviarlo.  

Naturalmente esto suele ocurrir pocas veces y siempre, siempre, es mucho mejor tener a un mecenas satisfecho que a una persona a la que le incordias pidiéndole que vaya a Correos y te reenvíe el libro.  Lo primero es siempre el mecenas, ya que sin él no podría haber publicado el proyecto.  Como consejo, nunca hagáis el feo de decirle a un mecenas que os devuelva un juego o un libro, por ningún motivo.  En el futuro os lo agradecerán y además vosotros dormiréis mejor sabiendo que habéis dejado a las personas contentas.


Echando la vista atrás estos primeros días del año no me arrepiento para nada de haber comenzado esta aventura.  He conocido grandes personas y grandes profesionales en lo suyo: Guillermo Montañés es un gran diseñador gráfico, siempre dando ideas. Moisés Sanz y Ana Ibarra ya son parte del equipo de correctores.  Hernán Valera es con el ilustrador que más he trabajado, aunque también están Quim bou, Josema Carrasco o Jordi Bayarri... Esa es también una de las partes más bonitas de editar, dar trabajo a otras personas.  

En resumen, que no me arrepiento para nada.  Además creo que muchas personas que pasan las horas muertas en un bar, o viendo la televisión o jugando videojuegos, si iniciasen el camino de crear una editorial, de crear un juego o escribir un libro, serían más felices.  Estoy seguro de ello. 


Otro día hablaré de los autores, sin los cuales jamás habría publicado.


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